jueves, 26 de noviembre de 2015

Sierra de San Vicente

Hace unos días, en una maravillosa ruta otoñal, pudimos disfrutar de la belleza de la Sierra de San Vicente.
Esta Sierra, para muchos desconocida, se encuentra entre los Valles del Tietar, el Tajo y el Alberche, albergando parte de las provicias de Toledo y Talavera,


Fuimos con una excursión organizada por la iniciativa Talavera Natural y apoyada por la Asociación de La Celestina de Rojas de la Puebla de Montalbán.

Salimos del Museo de la Celestina de la Puebla de Montalbán y partimos hacia Castillo de Bayuela  (Toledo), donde visitamos el centro de patrimonio natural e histórico. Este centro tiene dos partes, una dedicada a la naturaleza, donde observamos lo más destacado de la flora y fauna de la región, y otra dedicada a la historia donde pudimos ver algunos restos arqueológicos como herramientas utilizadas en la edad antigua o monedas del medievo.

Imagen obtenida de la web de Talavera natural.

Aprovechamos la visita a esta localidad, y visitamos su plaza donde destacamos  un rollo, monumento donde, se cuenta, era costumbre ajusticiar a la gente (aunque no hay documentos de que se hubiera ajusticiciado a nadie en Castillo de Bayuena), también vimos unos verracos vettones de piedra (posibles indicativos de cañadas en época antigua) y la iglesia de San Andrés, conocida como la capilla sixtina de la cerámica talaverana, ya que tiene un retablo del ceramista Ruiz de Luna (el mismo que realizó la plaza de España en Sevilla.



Proseguimos nuestra ruta, ahora si, en plena naturaleza. Cerca del término del Real de San Vicente, subimos al "Monte de Venus", atravesando un Castañar y un bosquete de pino resinero (Pinus pinaster). Durante la subida pudimos ver a ambos lados, los bellos colores que adornan los bosques durante el otoño. Al llegar a la cima, nos encontramos con un paisaje rocoso junto con pastizales de montaña, en algunos lugares un tanto desolados por la práctica de la quema de pastos.


Se podían visitar los restos de una antigua ermita junto con un castillo que atribuyen a los templarios.



Tras haber disfrutado del paisaje, bajamos para desplazarnos al área recreativa Viriato, donde comimos en un precioso robledal de Quercus pyrenaica. 


 Robledal de Quercus pirenayca


Por la tarde, paseamos por este bello robledal, disfrutando por el camino de los amarillos otoñales y del aprendizaje de las setas. Encontramos algún Boletus (típico de robledales) y alguna amanita muscaria.


Finalmente llegamos al roble conocido como el abuelo, por ser el más antiguo del bosque. Su amplio tronco necesitó 11 personas (muchos de ellos niños) para ser rodeado por completo. Estimamos una altura de unos 17-18 metros. Y, como no podía ser de otra manera, acabé abrazando este majestuoso roble para cargarme con su energía.


Roble, "el abuelo"

Recomendamos a todos nuestros lectores esta visita


El equipo de Lalariche