Breve resumen de la conferencia "Especies invasoras ¿una amenaza imparable?", impartida por Fernando Ángel Fernández Álvarez en las III Jornada sobre la Naturaleza, celebrada el 13 de septiembre de 2014 en la Rinconada (Toledo)
La mejora tecnológica en los
sistemas de transporte ha incrementado la velocidad con la que las personas
pueden viajar de una parte a otra del planeta e intercambiar bienes y servicios
procedentes de lugares muy distantes, con serios efectos positivos sobre
nuestras vidas. Desgraciadamente, esto también implica ciertos efectos
negativos, como es la incorporación de especies exóticas en ecosistemas en los
que éstas no estaban representados. Estas introducciones pueden ser
intencionadas o accidentales, pero el denominador común es que pueden venir
acompañadas de efectos altamente perniciosos para el medio ambiente.
Cuando una nueva especie alóctona
(que procede de otra región: lo contrario es autóctono) llega a un nuevo
ecosistema pueden ocurrir varias cosas:
1) La nueva especie es incapaz
de afrontar las nuevas condiciones del medio circundante y fallece sin haberlo
colonizado nunca.
2) La nueva especie sobrevive,
pero es incapaz de reproducirse y generar descendencia en el nuevo ecosistema.
Las consecuencias son bastante similares a las del punto anterior: la nueva
especie no causa mucho impacto sobre el ecosistema y desaparece.
3) La nueva especie se instala
en el ecosistema, pero no desplaza a las demás. Obviamente, algún impacto
produce sobre el ecosistema, pero no afecta a la abundancia de otros organismos
o ésta no se ve afectada de forma medible.
4) La nueva especie se
reproduce con éxito en el nuevo ecosistema y comienza a desplazar a otras
especies presentes en él. El impacto que ésta puede generar dependerá de sus
características biológicas y de las características ecológicas del ecosistema
al que se incorpora. Éste es el momento en el que se habla de una especie invasora.
Habitualmente, cuando a una
especie se le reconoce el estatus de especie invasora ya está produciendo algún
tipo de daño: bien sea desde el punto de vista estrictamente ecológico,
económico, estético o, más frecuentemente, en todos.
¿Pero por qué una especie que
está fuera de su área de distribución puede ser tan dañina? Las interacciones
que se producen entre las distintas especies mantienen el equilibrio de los
ecosistemas. Este equilibrio puede ser más sólido o más frágil, pero depende de
que los elementos que lo conforman sigan desempeñando sus funciones. Cuando una
nueva especie es introducida, es posible que carezca de depredadores que la
identifiquen como una presa o que sea capaz de competir más eficientemente por
los recursos (espacio, nutrientes, etc) que las especies autóctonas. También
pueden portar enfermedades o parásitos contra los que especies autóctonas
próximas no pueden defenderse. Todo esto puede conducir al declive de las
poblaciones de especies originales del ecosistema e, incluso, a su extinción
local. A medida que la especie alóctona se va haciendo más y más abundante, los
efectos que produce se incrementan y pueden llegar a transformar los
ecosistemas en una especie de erial ecológico en el que prácticamente sólo está
ella, con serios efectos sobre la biodiversidad. En
ocasiones, las especies locales sobre las que se producen dichos efectos son,
precisamente, especies comerciales o con cierto interés económico.
¿Podemos hacer algo para
enfrentarnos a esta amenaza? Una vez una especie se vuelve invasiva, es muy
difícil (casi imposible) de erradicar, por lo que lo más sencillo es tomar
medidas preventivas antes de que los daños se produzcan. Sin embargo, es
difícil controlar la entrada de especies alóctonas en los ecosistemas, pero sí
que se pueden realizar acciones para minimizarla o mitigar sus efectos una vez
se han asentado, como el control de las especies que se comercializan o la
estirilización de los medios de transporte para evitar acompañantes no deseados
(ni invitados). Monitorizar el estado de los ecosistemas naturales permite la
detección precoz de las nuevas especies alóctonas antes de que éstas se
conviertan en una amenaza imparable.
Fernando
Ángel Fernández-Álvarez
Institut de Ciències del Mar (CSIC)
Passeig Maritim,
37-49. 08003,
Barcelona
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