Lo que quería Elena que hiciéramos, era ni más ni menos que parte de su tesis doctoral. En el coche me fue contando, que no sabía ni como ni porqué había acabado en el mundo de los murciélagos pero estaba encantada. Esto la hace salir prácticamente todas las noches a muestrear.
Lo que hicimos, no es como muchos pensáis "cazar" murciélagos. Elena es una de las personas que más a favor está de la conservación y para ella sería impensable hacer daño a estos pobres animalitos. Realizamos lo que llaman un muestreo indirecto, es decir, medimos con un aparatito los ultrasonidos que los murciélagos emiten. Fuimos por diversos puntos de muestreo, comenzando al atardecer y pasando parte de la noche. Vimos que en la mayoría de ellos estaba Pipistrellus pipistrellus, el murciélago común, pero me sorprendió saber que esta no es la única especie. Hay veintitantas en la Comunidad de Madrid, y treinta y muchas en España peninsular.
Pero no solo vimos murciélagos. Por la noche, en el campo, hay mucha actividad. Pudimos escuchar varias rapaces nocturnas, (la que más fácil de identificar es el mochuelo), otras aves, invertebrados... Pero una de las cosas más impactantes para mi fue escuchar la berrea, con una imagen de Madrid iluminado (se podían distinguir las torres) de fondo. La berrea, es el sonido que los ciervos hacen durante su época de celo, que coincide con nuestro otoño. Es un momento espectacular en la naturaleza que os recomiendo no os perdáis.
Además, salvamos varios sapos corredores (Bufo calamites) de ser atropellados; vimos zorros o escuchamos jabalíes.
Una auténtica fiesta nocturna, que para nosotros suele pasar desapercibida.
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